domingo, 15 de julio de 2007

Surgimiento de la sociedad de conocimiento

La noción de “sociedad del conocimiento” fue utilizada por primera vez en 1969 por un universitario, Peter Drucker, y en el decenio de 1990 fue profundizada en una serie de estudios detallados publicados por investigadores como Robin Mansell o Nico Stehr.
Esta noción, nació a finales de los años sesenta y principios de los setenta, casi al mismo tiempo que los conceptos de “sociedades del aprendizaje” y de educación para todos a lo largo de toda la vida, lo cual no es precisamente una casualidad.

La noción de sociedad del conocimiento también es inseparable de los estudios sobre la sociedad de la información suscitados por el desarrollo de la cibernetica.
Las consecuencias del auge cobrado por las temáticas de la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento en el plano institucional son importantes para definir políticas de investigación, educación e innovación.

Algunos Estados han prestado atención a esta evolución hacia un nuevo paradigma tecnológico y social. Hoy en día, la noción de sociedad del conocimiento se ha convertido en un marco de reflexión necesario no solamente para la mayoría de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, sino también para muchas naciones de economías emergentes y numerosos países en desarrollo, especialmente de Asia Oriental y Sudoriental, América Latina y el Caribe, África Subsahariana, Europa Central y Oriental y la región de los Estados árabes.

Fuente: Hacia las sociedades del conocimiento, Unesco.

sábado, 14 de julio de 2007

Riesgos y seguridad humana en las sociedades del conocimiento

Uno de los desafíos que tendrán que afrontar las sociedades del conocimiento es el de la inestabilidad e inseguridad que son a menudo la consecuencia social y política de los adelantos científicos y las innovaciones tecnológicas.
No cabe duda de que la abundancia de información y conocimientos de todo tipo –que es resultado de la revolución de las nuevas tecnologías– representa una ventaja para los investigadores, que cuentan hoy con recursos particularmente abundantes. Sin embargo, esta abundancia, debido al exceso y la proliferación que la caracterizan, puede también obstaculizar el trabajo de identificación de los riesgos.
En muchos países en desarrollo, las carencias obedecen en parte al aislamiento relativo del personal competente en materia de análisis de riesgos. La identificación de riesgos debe ser una prioridad de las políticas científicas, a fin de que mediante estructuras adecuadas –autónomas o dependientes de ministerios específicos– la información clave llegue a los más altos niveles de decisión y se divulgue entre la población a su debido tiempo, sobre todo en casos de desastre.

¿Son fuentes de nuevos riesgos las sociedades del conocimiento?
La línea divisoria entre el riesgo natural y el riesgo tecnológico se está difuminando cada vez más. Hoy en día muchas de las catástrofes llamadas naturales se pueden considerar el resultado de las actividades humanas.
Las amenazas que las sociedades del conocimiento se crearán a sí mismas serán probablemente las siguientes: riesgo tecnológico importante, vulnerabilidad de los grandes sistemas, terrorismo, “ciberdelincuencia”, contaminación de la informática y los multimedia, riesgo de supremacía de un “biopoder” e incertidumbres sobre el futuro de la especie humana y del planeta.
El desarrollo de las redes confiere al saber una importancia cada vez mayor en todas las estructuras sociales induciendo una nueva forma de dependencia tecnológica, cuando en realidad el conocimiento tendría que liberarnos de esa dependencia conduciéndonos, mediante la reflexión,
a efectuar una distinción entre los fines y los medios empleados para conseguirlos.
Uno de los retos que han de afrontar las sociedades del conocimiento es el de la creación de formas duraderas y consensuadas de utilización pacífica de los recursos a fin de prevenir conflictos o guerras mediante la regulación y la mediación, tareas éstas que no se pueden llevar a cabo eficazmente sin movilizar el concurso de las ciencias de la naturaleza y de la sociedad.

Fuente: Informe de la UNESCO “Hacia las sociedades de conocimiento”

viernes, 13 de julio de 2007

Introducción a la brecha digital y cognitiva

Likbez. Edward Galagan, fotógrafo ucraniano
Brecha digital…
Aunque el número de internautas aumenta sin cesar y ha superado hace poco la cifra de 1.000 millones, cuatro de cada cinco habitantes del planeta siguen sin tener acceso a la Red. Además, el acceso a Internet todavía es muy oneroso en muchos países del Sur. La reducción de la brecha digital es, por consiguiente, un objetivo prioritario. Para contribuir a esa reducción, varias ciudades de los países industrializados han establecido “hermanamientos digitales” con diversas ciudades de países del Sur, en las que distribuyen gratuitamente ordenadores anticuados que han sido objeto de un reciclaje.Es necesario procurar que –incluso en las economías más desarrolladas– tenga acceso a las tecnologías de la información y la comunicación el mayor número posible de ciudadanos y categorías sociales.

… y brecha cognitiva
La ventaja acumulativa de la posesión del conocimiento genera una nueva brecha. Los que tienen acceso al saber multiplican su capacidad para seguir adquiriendo conocimientos, y los marginados de las sociedades del conocimiento son víctimas de un círculo vicioso, porque su déficit de conocimientos agrava aún más las dificultades con que tropiezan para colmar sus lagunas. Respecto a este tema, el Informe Mundial de la UNESCO hace hincapié en la labor que ha de realizarse para enseñar a los futuros internautas a seleccionar, clasificar y utilizar con conocimiento de causa la información disponible en Internet.
consecuencias
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jueves, 12 de julio de 2007

Diferencia entre sociedad de información y conocimiento

La información se toma o se ha tomado a veces como equivalente a saber o conocimiento. Sin embargo, hay muchas diferencias entre información y conocimiento. La identificación entre ambos va a surgir en la década de los cuarenta, desde las teorías de la información y la cibernética. Desde estos postulados, la mente humana, se va a concebir como una máquina capaz de adquirir y manipular información, de forma que pensar se va a reducir a procesar esa información.
¿Es cierto que tener información sobre determinados temas equivale a poseer conocimiento a cerca del mismo? Nosotras coincidiendo con múltiples autores, opinamos que no es así. Esta teoría es un tanto reduccionista, y no tiene en cuenta otras muchas variables que confluyen. Ya que conocer y pensar no es simplemente almacenar, tratar y comunicar datos. Serán procesos de generalización de distinto tipo y sus resultados, los que nos determinarán el saber cómo actuar sobre algo en una situación dada. El desarrollar procesos de pensamiento alternativos, creativos e idiosincrásicos. La información no es en sí conocimiento. El acceso a ella no garantiza en absoluto desarrollar procesos originales de pensamiento.
A pesar de que el conocimiento se basa en la información, ésta por sí sola no genera conocimiento.
La promesa que, insistentemente se nos hace de acceso global y factible a grandes volúmenes de información desde las nuevas tecnologías no va a ser garantía de mayor conocimiento, ni de mayor educación.
Para que esta información se convierta en conocimiento es necesario la puesta en marcha, desarrollo y mantenimiento de una serie de estrategias.


Citado del paper realizado por Inés Cisneros Rodríguez, Catalina García Dúctor e Isabel María Lozano Jurado

miércoles, 11 de julio de 2007

Brecha digital y cognitiva: caso

Hoy en dia es difícil establecer generalizaciones sobre la conducta de las generaciones frente a las innovaciones tecnológicas. Si bien se tiende a pensar que las personas mayores se encuentran del otro lado de la brecha, alejados de la tecnología, existen excepciones.
En el video que exponemos a continuación, vemos cómo una joven mujer da por sentado que una anciana desconoce completamente de qué se trata youtube, y se termina sorprendiendo. Ya no pasa por una cuestión generacional, sino por una predisposición de apertura hacia los cambios.